Divagando en ella
No te eh contado de ella, eh pensado
varias veces si en este rincón aislado donde plasmo mis pensamientos, ella
también debería estar presente, si tiene cabida en este lugar seguro, si su
historia debe ir en el guion, o si es tan relevante como para ocupar mi mente y
mis sentimientos; obviando por completo que su presencia esta plasmada en cada
verso que escribo, o que mis palabras no fueran reseñas que la describen, como
si no la nombrase cada vez que suspiro.
Ya hemos orbitado al sol 10 veces, y todavía recuerdo el vaivén de su falda de colegio, su caminar
erguido, su pelo rebelde luchando contra el viento, su abrigo con las mangas
que tapaban sus manos, su sonrisa ancha, sus ojos chinitos, caminaba de prisa su vos decía ''hola'' mientras me tentaba un lunar que le hacía juego con
sus hermosos labios rojos.
Mi vos se apago, me sudaban las manos, solo podía respirar, pensar en algo sensato para decirle parecía imposible, era obvio el gusto que sentía por estar presente ese día a su lado, solo caminamos y me dedique a escucharla.
Entre tanto, ella me guiaba por el camino largo hasta su casa, me hablaba de su día, de cómo había hecho para poder verme, del poco tiempo que teníamos, trató de abarcar todas sus dudas respecto a mí y comprobar si a mi ella me gustaba.
Algo le dije que provoco la risa más
sonora y absurda que había escuchado, que se extendió como una onda aumentando su radio y que estoy seguro la escucharon a la distancia, casi me dio pena, me dejo sorprendido, pero intrigado.
Vi en ella algo diferente a lo que había conocido; su vos era firme, no trataba de tapar quien era, sus palabras eran frontales, su risa fue real, sincera, que salía del estómago a carcajadas, no le importaba que dijeran, ni que pensaran al respecto, era suelta y liviana, lucia orgullosa su tono alto, proyectaba seguridad y madures, sus pensamientos y su forma de expresarse hacían notar que era lista, parecía mayor para sus años.
Es hermosa, no paro de pensar en las veces
que me dejo admirar su tez desnuda, su cabello le llegaba a media espalda, sus
risos se tambaleaban sedosos después de bañarse, cubrían su pecho y se acomodaban
como dibujados adornando su busto.
Su piel blanca era suave, cálida, como el agua tibia, podías deslizar tu rostro y quedarte dormido, era capaz de sentir como la sangre recorría su cuerpo, como su olor me invadía cada uno de los sentidos, como su respiración marcaba mis pasos, sus latidos eran música que calma, como oír el mar en el eco de las caracolas.
El contorno de sus ojos se asemeja al
cuarto menguante de la luna, su mirada puede ser tan dulce como algodón de
azúcar o tan atrevida como el picante, en su mirada podía posarme horas... parecían segundos; Sus manos se paseaban por sus piernas reconociéndose,
admirándose, mientras dejaba que la brisa del viento se encargara de secarla.
La selva de lunares que se regaban por sus
orillas, simulaban las estrellas adornando la noche, ¡Mirarla! Mirarla era como
observar el cielo en la inmensidad del universo tendido en una alfombra de pasto
a mitad de la noche, solo podías recostarte y quedarte quieto, sintiendo paz, y
regocijo.
Verla cada noche era todo lo que quería por el resto de mi vida,
estar con ella valía el cansancio del día, te aliviaba las preocupaciones y me
daba fuerza para seguir buscando un futuro mejor juntos. Así era ella, así la
viví yo... tanto puedo contarte, pero recordarla solo me hace extrañarla un poco más
cada día.
Hoy la imagino disfrutando sus momentos a solas, ejerciendo su labor de madre, que con tal devoción lo hace, gozando de la libertad de elegir por ella sin remordimiento, actuando sin pensar, porque así suceden las cosas que dejan bonitos recuerdos; pensando para actuar, porque así forjas un camino a tus metas, la imagino caminando a solas, disfrutando del paisaje de las avenidas y montañas, del sonido de los pájaros y el ruido de los autos, de su música y su rutina, comprometida con su entorno y segura que solo se necesita a ella para ser feliz y salir adelante.
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